El ozono, el oxígeno triatómico, sintetizado en la estratosfera para protegernos de la radiación ultravioleta excesiva, puede ser producido con precisión mediante un generador médico, pero depende de nosotros usarlo de manera competente como un verdadero medicamento.
El ozono, al igual que cualquier otro gas, se disuelve fácilmente en el agua, ya sea del plasma (la parte líquida de la sangre), o en los fluidos extracelulares, o en la fina capa de agua que cubre la piel y especialmente las mucosas del tracto respiratorio, intestino, vagina, etc. A temperatura normal y presión atmosférica, debido a su alta solubilidad y dependiendo de su presión relativa, el ozono se disuelve en el agua pero, a diferencia del oxígeno, NO SE EQUILIBRA con el ozono que permanece en fase gaseosa. Esto ocurre porque el ozono, al ser un potente oxidante, REACCIONA INMEDIATAMENTE con varios iones y biomoléculas presentes en los fluidos biológicos, como antioxidantes, proteínas, carbohidratos y, preferentemente, ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) unidos a la albúmina. De hecho, los fosfolípidos y el colesterol presentes en las membranas celulares y/o lipoproteínas están protegidos por antioxidantes y la molécula de albúmina.
La reacción del ozono con tantas moléculas implica varios procesos fundamentales que ocurren al mismo tiempo: parte de la dosis de ozono se consume inevitablemente durante la oxidación de ácidos ascórbico y úrico, grupos sulfhidrilo (SH) de GSH, proteínas y glicoproteínas presentes en el agua del plasma. La otra reacción fundamental y bien caracterizada se conoce como "PEROXIDACIÓN DE LÍPIDOS". En el entorno plasmático hidrofílico, un mol de una olefina insaturada (particularmente ácido araquidónico transportado por la albúmina o presente en los triglicéridos y quilomicrones del plasma) y un mol de ozono dan lugar a dos moles de aldehídos y un mol de peróxido de hidrógeno. Estas reacciones, completadas en segundos, consumen la dosis total de ozono que genera peróxido de hidrógeno, y una variedad de aldehídos conocidos como PRODUCTOS DE OXIDACIÓN DE LÍPIDOS (LOPs).
Para pacientes con artritis reumatoide, es importante evitar ciertos alimentos que pueden empeorar los síntomas y la inflamación. Aquí tienes una lista de 20 alimentos no recomendados para pacientes con artritis reumatoide:
Azúcar refinada: Puede aumentar la inflamación.
Alimentos fritos: Pueden contener grasas trans que pueden aumentar la inflamación.
Carne roja: Puede aumentar la inflamación debido a su contenido de grasas saturadas.
Productos lácteos enteros: Pueden aumentar la inflamación en algunas personas.
Bebidas azucaradas: Pueden contribuir a la inflamación y al aumento de peso.
Alimentos procesados: Contienen aditivos y grasas poco saludables que pueden empeorar la inflamación.
Grasas saturadas: Presentes en alimentos como la mantequilla y la grasa animal, pueden aumentar la inflamación.
Alcohol: Puede aumentar la inflamación y los síntomas de la artritis reumatoide.
Harinas refinadas: Pueden aumentar la inflamación y no aportan nutrientes importantes.
Cafeína: En exceso, puede empeorar la inflamación en algunos casos.
Sal en exceso: Puede contribuir a la retención de líquidos y la inflamación.
Alimentos con alto contenido de sodio: Pueden aumentar la retención de líquidos y la inflamación.
Embutidos y carnes procesadas: Contienen aditivos y grasas poco saludables.
Alimentos ricos en ácidos grasos omega-6: Como los aceites vegetales refinados.
Alimentos ricos en purinas: Como las vísceras, pueden empeorar los síntomas en algunas personas.
Alimentos ricos en ácido araquidónico: Como la carne de res y los productos lácteos.
Alimentos picantes: Pueden empeorar la inflamación en algunas personas.
Edulcorantes artificiales: Algunos estudios sugieren que pueden empeorar la inflamación en algunas personas.
Alimentos con alto contenido de aditivos: Pueden desencadenar reacciones inflamatorias en algunas personas.
Alimentos ricos en gluten: Algunas personas con artritis reumatoide pueden ser sensibles al gluten.
Es importante recordar que la respuesta a estos alimentos puede variar de una persona a otra, por lo que es recomendable consultar con un profesional de la salud antes de hacer cambios significativos en la dieta.